Orlando comenzó el partido anotando el 75 por ciento de sus tiros (récord en una final de la NBA), pero a pesar de ello sólo se fue al descanso con cinco puntos de diferencia a su favor. Tanto acierto no era normal, pero los Lakers aguantaban el tirón gracias al acierto de un Kobe Bryant inspirado (17 puntos en el primer cuarto, 21 al descanso y 7 de 10 en el tiro).
Sin embargo, todo eso iba a quedar en poco o nada. La segunda parte fue otra cosa. Los Magic tiraban de una gran variedad de recursos ofensivos y cuando no era Hedo Turkoglu era Rashard Lewis, si no anotaba Dwight Howard era Mickael Pietrus o Rafer Alston. Un equipo jugando como tal con otro enfrente en el que Kobe Bryant se empeñaba en actuar como salvador para terminar siendo un lastre: 4 de 15 en la segunda mitad; cinco tiros libres fallados al término del partido y esa mala sensación de querer resolver en individual lo que sólo se puede ganar tirando de lo colectivo.
Kobe desesperó hasta a sus compañeros tomando demasiadas decisiones equivocadas. Muchos tiros malos errados, demasiada obcecación en buscar el aro cuando tienes a tu lado compañeros cualificados para encontrar el interior de la red. Curiosamente, los Lakers tuvieron unos buenos momentos con Jordan Farmar en cancha y el número 24 en el banco. El mejor Lamar Odom surgió sin el escolta estrella. L.A. jugó más fluido sin Kobe por momentos. Y su entrada en el tramo final del choque no fue en absoluto positiva, aunque sí incuestionable.
Los Magic ganaron por 108-104, sufriendo, sí, pero dando buenas sensaciones como conjunto. Howard (21 y 14), Rashard Lewis (21, 5 y 5), Hedo Turkoglu (18, 6 y 7), Rafer Alston (20) y Mickael Pietrus (18) cuajaron una actuación muy completa, variada y equilibrada, y anotando un 63 por ciento en tiros de campo, también récord en una Final de la NBA.
En los Lakers, Kobe terminó con 31 puntos y 8 asistencias, pero sus últimos 10 puntos fueron más fruto del abuso en el tiro que de un acierto real. Sus 8 asistencias tampoco dieron la sensación de nacer del sentimiento de querer hacer mejor al compañero. Pau Gasol atrapó 3 rebotes en todo el partido, muy poco sin duda, pero defendió fuerte y dio la sensación de poder anotar todo lo que le dieran. De hecho firmó 23 puntos con 9 de 11 en el tiro y 5 de 6 en los lanzamientos libres. ¿No te convierte eso en la mejor opción ofensiva del equipo?
Lamar Odom, ya lo hemos dicho, tuvo unos momentos muy importantes encontrando la canasta rival con su equipo casi agonizando. L.A. se metió el partido gracias a su inspiración en el penúltimo tramo del duelo. El alero terminó con 11 tantos tras un arranque muy flojo. Trevor Ariza sumó 11 puntos y 7 rechaces, con buena defensa. Jordan Farmar aportó 11 puntos en 15 minutos. Y Derek Fisher añadió 9 tantos, con un triple convertido de esos que pudo haber cambiado el desenlace del partido.
El seguidor de los Lakers se queda contrariado con la primera derrota en la final. Porque se pudo ganar a pesar de todo, pero la sensación es de haber perdido una buena oportunidad de sentenciar. Parece que uno desea que llegue el momento, de una vez por todas, en que Kobe anote, pero sepa tomar buenas decisiones y ese instante no termina de llegar. Anoche, desde luego, sumó un carro de malas opciones. Y eso de más rabia cuando ves a Pau batirse el cobre en busca de esa buena posición que casi siempre encuentra, o a Odom suspirando por un balón a cuatro metros que nunca llega.
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